Caín es un lugar lleno de singularidades, una de ellas es la Jarda.
Tras pasar el estrecho tajo de la Hoz de Caín, justo antes de cruzar el Puente Grande, al pie de la carretera que llega desde Posada y Cordiñanes, aparece ante nuestros ojos una torrentera que surge de la base de unos paredones calizos situados bajo la Canal de Arzón, generalmente sin agua, incluso en pleno invierno. Esto es la Jarda.
Es en primavera, después de un periodo de calor, cuando se produce el milagro de verla aparecer de repente, con un caudal desmesurado dando grandes saltos y bramidos hasta desembocar en el Cares.
Cuando comienza a manar lo hace a pleno caudal y cuando se seca, lo hace también de una manera radical, como si alguien cerrara el grifo.
La explicación es relativamente sencilla aunque el complejo hidráulico del que forma parte la Jarda no lo es tanto. El fenómeno, se produce por el deshielo de los depósitos interiores del Macizo Central que llenan una especie de cisternas de agua y cuando se rebasan los bordes se vacían totalmente. Así, mientras el nivel del agua de los depósitos no llega a un punto, el agua no mana por la Jarda, pero cuando este nivel se sobrepasa, lo hace torrencialmente hasta agotar el líquido acumulado. La sencillez del proceso físico no quita ni un ápice de la espectacularidad del fenómeno natural.
El agua deja de fluir por la riega tan de repente como comenzó, quedando otra vez seca en espera de que se produzca otro deshielo y se genere de nuevo el flujo del agua.